martes, 18 de enero de 2011

Esta historia

Mis queridos lectores: esta es la segunda parte de mi historia, porfavor dejen comentarios o publiquenla en face. Muchas gracias Laliloquita


-ya acabe el trabajo- anuncio entrando al cuarto de su mejor amiga
 Si, ella si lo sabia, después de todo ella era la misma clase de persona
-gracias, ese inútil casi nos descubre- su amiga se dirigió hacia ella
 Era una chica bastante bajita, aunque no en exceso, mediría talvez un metro sesenta y cinco. Su cabello negro caía bellamente por su rostro y era bastante voluptuosa.
-se que aun lo querías- la consoló.
-no, fue genial deshacerme de el- era algo que no experimentaba en mucho tiempo
-lo se, yo también lo extraño, pero es algo a lo que debemos abstenernos y tu lo sabes mucho mejor que yo.
-si, lo se.
-aunque haya personas que realmente se lo merezcan, sabes que si comenzamos ya no podremos parar y nos pasara lo mismo que a Eustace.
-lo se, yo estuve allí.
-y por poco te pasa lo mismo. ¿O no?
-si
-ahora ten ese pensamiento en tu mente y te olvidaras de todo
 Una gatita de color negro entro cuidadosamente al cuarto, se subió a la cama y se acurruco en un almohadón.
 Ella la acarició.
-tienes toda la razón Georgia.
-te he dicho mil veces que no me digas así
-esta bien Lilibeth
-así es como me llaman los humanos y tu me tienes que llamar así también.
-no estoy de acuerdo con eso, deberíamos llamarnos por nuestros nombre reales.
-si lo hiciéramos sabes lo que pasaría y luego poco a poco nos descubrirían a todos. Incluso a Katty- la chica alzo a la gata en sus brazos- y ella no tiene mucho que ver.
-si lo tiene.
-esta bien, si tiene que ver, pero no quiero que suceda nada malo. A nadie. ¿Está bien?
-Como quieras
-si, como yo quiera
-ya es tarde debo irme.- tomó sus cosas y salió del cuarto
-adiós Adelaida
-Elena
-como quieras.
Salió a la calle y se dirigió a su casa. Quedaba bastante lejos, quince calles, pero ella no se cansaría, sabia que no lo haría.
 Tomo su iPod y puso la canción que mas le gustaba escuchar. Automáticamente el iPod comenzó a recitar la canción.
-welcome to the hotel California- comenzó a cantar mientras cruzaba tranquilamente la calle. Ni siquiera miro a los lados al cruzar, y ese fue su error.-welcome to the hotel California- volvió a cantar sin darse cuenta de que un auto venia muy rápido hacia ella. Pero cuando reaccionó ya era demasiado tarde. El automovilista ya había chocado contra ella y apresuradamente bajaba del auto para ayudarla. Muy tarde, Elena yacía en el suelo y aún se escuchaba la música proveniente del iPod, una canción lúgubre y hermosa: -living the hotel California. Y fue esto lo último que ella oyó

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